Las mentiras de las dietas

Nueve de cada diez mujeres inicia algún tipo de régimen de adelgazamiento a lo largo de su vida. Además, cada vez son más los hombres que buscan conseguir un cuerpo perfecto. Las exigencias estéticas impuestas por los tiempos que corren hace que se busquen soluciones en muchas dietas.

Sólo un 12% de los españoles necesita realmente hacer dieta. Sin embargo, el mercado se inunda cada primavera con fórmulas supuestamente revolucionarias que, además de inútiles, pueden suponer un peligro para la salud.

La mayoría son dietas peligrosas, insanas o fantasiosas y no están basadas en condiciones nutricionales. La imaginación se supera a sí misma año tras año con fórmulas tan esotéricas como comer según el ciclo lunar, evitar el agua en las comidas y comer sólo una determinada fruta.

La realidad es que sólo adelgaza lo que se queda en el plato. Para perder kilos no hay más truco que ingerir menos calorías de las que se queman. Un exceso de 200 calorías al día puede traducirse en un sobrepeso de siete kilos al año. Sobre todo hay que aprender hábitos alimenticios que ayuden a no volver a engordar una vez se alcance el peso deseado.

Las mentiras peligrosas

Es falso que el agua engorde o adelgace. Su aporte calórico es nulo. Tampoco es cierto que beberla durante las comidas engorde. Si no se bebe, se come menos cantidad ya que la persona se sacia antes. Por otra parte, es cierto que es fundamental beber agua para hacer mejor la digestión.

Otra mentira es que la fibra adelgaza. Simplemente no engorda, ya que se trata de materias vegetales que no son digeribles ni asimilables como calorías. Además, es cierto que tiene poder saciante y que acelera el tránsito intestinal.

Tampoco hay que creer que es mejor hacer muchas comidas pero menos abundantes. Esta práctica se presta al descontrol de los hábitos alimentarios. Este descontrol es precisamente el responsable de buena parte de los casos de obesidad. Hay que comer a sus horas y no picar nada durante el día. La mayoría de los aperitivos son una trampa lipídica. Para que se hable de adelgazar tiene que existir una pérdida de grasa, no de agua y masa muscular.

Los alimentos incompatibles entre sí no existen. Lo que sí existen son ciertas sustancias incompatibles pero son la excepción, no la regla.

La fruta tampoco evita engordar. Todos los alimentos engordan. Un kilo de fruta aporta alrededor de 600 calorías y los plátanos, uvas o higos muchas más. Por otra parte, los masajes no ayudan a adelgazar. No pierde peso el que los recibe, sólo el que los da, por el ejercicio que realiza. No obstante, son recomendables mientras se sigue una dieta porque contribuyen a eliminar el estrés originado por la privación de alimentos.

Una buena dieta debe incluir tres tipos de nutrientes: Proteínas, hidratos de carbono y lípidos. Además debe aportar una cantidad suficiente de vitaminas y minerales. O en caso necesario, incluya un complejo vitamínico y mineral.

Una buena dieta debe estar adaptada a los gustos, problemas y necesidades de cada paciente. Por tanto, debe ser única y personalizada. Es importante la abundancia de frutas, verduras y hortalizas. También la moderación de cereales, legumbres, pastas y patatas, además de la limitación en productos grasos. Debe eliminar los alimentos calóricos como los dulces y las bebidas alcohólicas.

Por último, ha de tener en cuenta el estado de salud de quién la sigue, las posibles complicaciones que puedan surgir y debe ser fácil de entender y asimilar.